
Hacia mucho tiempo que no viajaba en el metro, debido a mis dudas me acerque a la ventanilla pensando en resolverlas, y cual es mi sorpresa, que no hay nadie detrás del mostrador, pero ¿Que pasa aquí? y ¿Ahora como entro yo?, mas perdido que una escopeta en una feria y mirando para todas partes sorprendido, se acerca un señor y me dice;
.- Hay que sacar el billete en las maquinas.
. ¿Donde, en que maquinas? ¿En la dispensadora de alimentos o la de bebidas?.
Pero es cierto entre medias de las maquinas hay otra que dispensa los billetes, no se si yo soy muy torpe o es que las nuevas tegnologias se burlan de los ciudadanos de a pie, me tiro cinco minutos de reloj para sacar un billete sencillo. Puedes pagar con tarjeta , puedes pagar con billetes y puedes pagar en efectivo, puedes sacar mas de un billete o un bono de diez viajes, puedes sacar un billete para la zona A la Zona B,C,D. ¡Mierda! y ¿Porque zona me tengo que mover yo?. Sigues mirando a todas partes a ver si algún amable transeúnte te soluciona el problema, con lo divertido que era darle conversación al señor de la ventanilla al que saludabas todas las mañanas. Me decido por el billete sencillo, 1,50 euros me reclama la maquina, joder por ese dinero que se baje todo el mundo que lo compro, 1,50 euros un billete sencillo; los recortes solo son para nuestros bolsillos cada día mas menguados, pero vamos mi indignación esta alterando mi estado requiriendo la presencia de alguien a quien poder protestarle hacerle patente mi indignación y vuelta con la maquina que después de pagar me escupe el billete pero conversación lo que se dice conversación nada de nada, osea que si quieres resolver las dudas te indica el guarda de seguridad, ¡que ya se esta mosqueando!, que las consultas en el mapa que hay en la pared.
TAN GRANDE Y TAN EXPLICITO, que me dije:
.-¡ Joder tenia que haberme traído una lupa!.
El guardia jurado ya se estaba poniendo muy nervioso, tanto que por un walkie que tenia en la hombrera el hombre estaba solicitando ayuda. ¿Como si la ayuda la necesitara él?. Macho, el tío parece estar llamando al séptimo de caballería a ver si así pueden reducir a este hombre bajito, calvo y con gafas que mira a todas partes con animo de que alguien le aclare por donde cojones se entra. Por deducción y mas que nada porque veo como la gente mete el billete por una rendija en unos tornos, yo mimetizado con el ambiente,(todo colorado), decido hacer lo mismo. Pero no señores el billetito de los cojones no le da la gana de abrir el torno, pero si acabo de sacar el billete increpaba mi mirada al guarda, la suya mas bien decía:- Pero de donde ha salido este troglodita, y como siempre apareció el listo de turno;
.- Ha metido ud. el billete de forma correcta?
¿ Como es que hay mas de una forma de meter el billete? . Mi sonrojo llega a tal grado que se podía encender un cigarrillo en mis mejillas. El del guarda jurado como para empezar a deslizar su mano hacia la porra y diciéndose para si mismo, .-Al final le voy a tener que arrear.
Una vez dentro del pasillo las escaleras mecánicas estaban estropeadas, de verdad creo que hoy no debería haberme levantado de la cama.Ya en el arcén esperando a que llegara el tren una vocecita avisa de su llegada en 45 segundos, hombre menos mal en tiempos el tren tardaba cinco minutos en llegar y el arcén estaba petado de gente, y hoy en día solo estoy yo y tres chicas separadas unas de otras por si acaso nos vamos a pegar algo. Por fin llega el vagón del tren y espero a que se abran las puertas del vagón, pero eh ahí mi sorpresa que las puertas no se abren, coño yo veo entrando a la gente por la puerta y la que yo he elegido no se abre, que pasa que hay alguna cámara oculta por ahí por que hoy no es el día de inocente inocente.
En ese mismo momento un chaval corriendo aprieta el botón que hay con lucecitas y la puerta se abre, entro seguido a el pensando haber si se van a cerrar y aun me quedo fuera. Sentado en el vagón y recuperando el color inicial de mis mejillas compruebo que hay algo que no ha cambiado, la gente siguen siendo rostros anónimos ahogados en su propia desidia, en su propia indiferencia. Tal eran mis divagaciones que no me había dado cuenta de la entrada de un joven con una guitarra eléctrica y su ampli en perfecta armonía, aunque cuando empezó a aporrear las cuerdas la armonía inicial se perdiera de inmediato.Entre tantos berridos y lastimeros sonidos, miraba yo a la gente pidiendo con mi mirada que algún amable pasajero se levantara del asiento y acabara con la vida de aquel pobre animal que tanto estaba sufriendo.
Nuevos Ministerios mi estación, el fin del caos esta llegando a su fin, ¡JA! eso creía yo pues siguiendo las indicaciones de salida me encuentro en una sala enorme entre dos tornos por los que salí y otros por los que tengo que volver a pagar si quiero seguir por ahí, por favor esto no puede ser estoy en terreno de nadie, ni de coña pago otro euro cincuenta para dar fin a esta tortura. Pero tirando del ingenio que caracteriza al español medio me acerco al ascensor de los minusvalidos y compruebo que no soy a el único gilipollas que le ha pasado esto, menos mal que en este país somos solidarios.